miércoles, 9 de marzo de 2011

Condimentando y curando con química



Como en una historia digna del genio de Edgar Allan Poe, aquella tarde solitaria y fría en una desconocida casa, el brebaje comentó a burbujear y un penetrante y desagradable aroma invadió toda la habitación: un extraño ambiente invadía todo cuando aquel infeliz mortal procedió a verter parte de eesa hirviente poción en una taza. Había llegado el momento y sabía que no podía dar marcha atrás. Su enemigo le había hecho ya mucho daño. Mientras tenía esto en mente, lo mismo que los consejos y recomendaciones de amigos y familiares, ingirió lentamente aquel líquido humenta y nauseabundo. Sus vapores llenaron el ambiente...él aun dudaba si había hecho lo correcto.

No se trata de un célebre caso de envenenamiento o un suicidio desesperado. Es una simple recursión a la tradición y costumbres de tomar té o infusiones de hierbas, a las cuáles se les han atribuido propiedades curativas desde hace siglos. Plantas como la manzanilla, la ruda, la bugambilia son conocidas por sus propiedades curativas, aunque otras las empleamos comunmente para condimentar y preparar alimentos. Muchas de sus propiedades se redescubren en la búsqueda de nuevos principios activos de la medicina herbolaria.

Puesto que se podrían escribir (y se han escrito) cientos de libros explicando las propiedades medicinales y principios activos de cada planta, hagamos de especial interés una que nos será favorable para esta temporada de vientos y temperaturas bajas: el ajo.



H2C=CH-CH2-S-SO-CH2-CH=CH2 (allicina)

H2C=CHCH2SOCH2CH=CHSSCH2CH=CH2 (ajoena)


El ajo (Allium sativum) es un bulbo que se caracteriza por un olor y sabor peculiares, mismos que nos han hecho comprender y hasta sentir un poco de lástima por los vampiros. El ajo se emplea desde hace siglos como un antibiótico de uso extenso (Staphylococcus, Streptococcus, Vibrio y Bacillum) así como un fungicida. Su uso es recomendable en el tratamiento de la gangrena y la disentería, y la gente lo toma para matnener en buen estado su salud cardiaca y circulación sanguínea.

Investigaciones han elucidado la forma en que los agentes activos del ajo (allicina y ajoena) actúan sobre los patógenos. Dichos agentes químicos han sido aislados e incluso se han elaborado medicamentos basados en éstos.

¿Cómo se recomienda tradicionalmente emplearlo y para qué fin? Hierva 1 o 2 dientes de ajo en agua con un poco de canela y eso es todo. Su empleo se recomienda desde infecciones de la garganta hasta como agente antiarterioesclerótico. El resultado: alivio pronto y efectivo.

Pero no crean las historias que se dicen sobre su sabor. En realidad, y creanme que tengo experiencia, su sabor es repulsivo, pero vale la pena. Así que para esta época de fríos y resfriados, si ya no pueden más, les recomiendo un calientito aunque no sabroso, te de ajo.

Buen provecho.

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